Palma Soriano.- Mayo es el mes en que se multiplican los homenajes a un gremio de la salud pública que todavía necesita de más reconocimientos. Son los enfermeros y enfermeras de todo el mundo, esos profesionales quienes con la vocación sobre sus hombros se entregan, sacrifican y salvan vidas cotidianamente.
Ellos, donde quiera que estén: en un consultorio, una ambulancia, policlínico u hospital, más que necesarios son imprescindibles. De la noble labor que desempeñan depende la vida y salud de los demás.
En Cuba, como el médico, el laboratorista, el operario, el técnico o auxiliar, el enfermero tiene un lugar privilegiado en su revolución porque a pesar de que falta mucho más, le ha propiciado la oportuna superación, el espacio para su desempeño y la posibilidad para que en otras tierras del mundo sus hazañas se agiganten.
En Palma Soriano, hay un bastión de estos hombres y mujeres especiales por naturaleza, quienes no miran atrás para entregar lo mejor de sí. Comunidades rurales como la de Dos Palmas por ejemplo, tiene el privilegio de contar con un policlínico dirigido precisamente por una licenciada en enfermería: la joven Marisleidys Fabier Montero.
En la instalación de salud, un equipo de casi 50 enfermeros y enfermeras, algunos, prestando sus servicios en lugares montañosos y con buenos resultados. Para lograrlo, han bebido de la experiencia de enfermeras como Arelis Guevara Cruzata que por más de 20 años ha enriquecido a la noble profesión en esta parte del oriente cubano.