Decir maestro es decir sacrificio y transformación

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Palma Soriano.- Amanece un nombre. Un don que a vida regala a seres de luz. Desde que damos nuestros primeros pasos al mundo. Vocación y sentimiento. Convicción y entrega. Esperanza cierta de escribir una huella, en la semilla que se abre al sol. Ese que le sorprende soplando vientos nuevos a los caminos labrados y por construir.

Poesía que hace voz en los saberes compartidos. Constancia que traspasa las fronteras de su presencia vital. Templo sagrado de amor. Isla infinita que despierta la maravilla del descubrimiento. Que desempolva incertidumbre e ilumina verdades.

Un día en el calendario no es suficiente para devolver todo el amor resumido en una lección. Sin embargo, sirve acaso este también como un instante de mirarse a sus adentros y renovar las fuerzas para continuar la marcha.

A esta fecha especial se le suma el importante momento de transformaciones que se palpita en todas las enseñanzas. Vientos de cambio soplan sobre la educación cubana.Y el maestro, debe alzarse en la sagrada misión de ser guía y faro en el proceso de acercar la escuela a  la comunidad, de hacer de sus clases el punto de convergencia perfecto entre la enseñanza y el rico intercambio con el estudiante. Quien deja el alma en las aulas tiene que seguir reinventándose, apostando por una educación renovadora  y profunda.

Son miles las razones que se agolpan para que este diciembre amanezca a un nombre. Homenaje que no basta para quien los días sonríen, solo si el conocimiento es bienvenido. Don que reviste de matices extraordinarios e infinitos a esos seres, los maestros: evangelios vivos  de sacrificio y entrega diaria.  (Por: Dainiubis Soler  Amiot)

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